jueves, 12 de marzo de 2020

YO ME QUEDO EN CASA

Coronavirus. Una vez saltado el trámite de citar la palabra que a todos nos pasa por la cabeza durante veinticuatro horas al día, me dispongo a redactar una serie de líneas con el fin de analizar fríamente los acontecimientos que se nos vienen encima, y la manera de afrontarlos. Vaya por delante que soy un absoluto desconocedor de la rama sanitaria, para mi desgracia, ya que aunque siempre me ha resultado una materia sumamente atractiva, por circunstancias de la vida nunca he podido profundizar en este saber tanto como me gustaría. Por ello, desde un primer momento quiero mostrar mi profundo respeto y admiración hacia el trabajo de médicos, enfermeros, auxiliares y demás profesionales dedicados al cuidado de los demás, y no solo en estos días de infinito trasiego, sino durante todo el año, soportando guardias y consultas interminables que acaban convirtiéndose en maratones. Por todo lo dicho y mucho más, mi más sincero agradecimiento.



Entrando de lleno en el tema que nos trae hasta aquí, me parece innecesario hacer referencia al origen de la enfermedad, puesto que es algo que casi todos ya hemos oído demasiadas veces sin llegar en realidad a ninguna conclusión definitiva (¿sopa de murciélago, estofado de pangolín...?). Lo que sí que tenemos que tomar como referencia es el caso de nuestros vecinos italianos. Por desgracia para ellos, el virus se expandió a lo largo y ancho del país sin ningún tipo de control aparente, llegando a fecha de hoy hasta los quince mil infectados, y superando la barrera psicológica de los mil fallecidos. Quienes allí se encuentran hablan de un caos total en los primeros compases de desarrollo de la infección, lo cual ha supuesto que en la actualidad los profesionales sanitarios se vean obligados a seleccionar a qué pacientes tratar, llegando hasta el punto de descartar el tratamiento a quienes se encuentran en estado terminal. Algo así tiene que ser devastador para una persona cuyo cometido es salvar vidas, pero la falta de medios hace que sea necesario llegar a estos extremos. Me llamaron la atención sobre todos los demás dos casos absolutamente descorazonadores: por un lado, un actor italiano encerrado en cuarentena tuvo que ver morir a su hermana en su propia cama, ante el colapso del sistema sanitario. Fue tal su desesperación que decidió grabar tan impactante escena, con el fin de denunciar y sensibilizar a quienes fueran espectadores de tan dantesco escenario. Por otro lado, una pareja de ancianos murió el mismo día en su hogar, también como fruto del desborde médico imperante en el país transalpino.

                                                     
                                                        REUTERS/Flavio Lo Scalzo

He querido reflejar aquí estos casos porque por desgracia veo, y las cifras de infectados respaldan mi premonición, que en nuestro país se va a llegar a tales extremos si no nos tomamos los consejos que emiten las autoridades en serio. Mucha gente ha optado por regresar a sus ciudades de origen tras la suspensión de las clases en colegios y universidades, o ante la opción de poder teletrabajar desde casa. Esta situación puede ocasionar un exponencial aumento de casos en los pequeños municipios receptores que van a acoger a estos "exiliados", con el peligro que ello supone, y más teniendo en cuenta que la población de dichas localidades tiende a ser severamente envejecida (los ancianos son uno de los grandes grupos de riesgo, junto con las personas que padecen patologías en el aparato respiratorio). En ciertos casos, es inevitable que se dé este éxodo, por estar muchos estudiantes alojados en residencias que cierran sus puertas durante estas fechas. Es aquí donde vamos a encontrarnos con la parte más crucial para frenar la epidemia: el aislamiento.

El aislamiento social se va a convertir en la clave para frenar los contagios, puesto que se pone fin a la principal vía de propagación de la enfermedad, que no es otra que el contacto próximo entre humanos. Si se consigue reducir al mínimo exponente las relaciones interpersonales durante el tiempo recomendado, habremos dado un gran paso para contrarrestar uno de los puntos fuertes del virus, y evitaremos con ello que se tengan que tomar medidas aún más extremas, como señalan precisamente desde Italia, donde las restricciones son aún más estrictas. Por ello, es necesario que renunciemos durante unos días a salir de fiesta, a sentarnos en terrazas, a dar paseos... Quizás con el paso de los días se haga pesado, pero se lo debemos a todos aquellos que se están dejando la piel en este mismo instante en cada estancia de nuestros ya de por sí saturados hospitales y ambulatorios, y se lo debemos también a nuestros mayores, expuestos a esta enfermedad inevitablemente como fruto únicamente del paso del tiempo y la consecuente debilidad de sus sistemas inmunitarios.

                                    
                                    Medidas recomendadas en hostelería para combatir el virus

Por favor, cumplid con las medidas que se están tomando desde las altas esferas políticas. Si hasta ellos han podido renunciar por unos días al continuo conflicto que mantienen por nimiedades ideológicas, ¿no vamos a ser nosotros capaces de estar también a la altura como país y como sociedad para afrontar un reto de estas dimensiones?

                           #YOMEQUEDOENCASA

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