jueves, 21 de septiembre de 2017

ME DUELE CATALUÑA

"Me duele España", decía el gran Miguel de Unamuno a comienzos del siglo XX. El sentimiento patriótico, tan denostado en nuestros días,era lo que hacía perder el sueño a uno de los más grandes escritores que ha dado nuestro país. Más de cien años han pasado, y no puedo evitar sentir lo mismo. Dolor, tristeza, pena y rabia son las emociones que se agolpan en mi interior cuando veo lo que está sucediendo en mi querida Cataluña.
Cataluña, tierra de inmigrantes, tierra de futuro, tierra de oportunidades. Cataluña, tierra de arte, de cultura, de belleza en definitiva. Y, ¡ay Cataluña!, tierra hoy de mentiras, ignorancia y odio. Estas tres últimas palabras describen, ¡qué desgracia!, la actualidad de las provincias catalanas. Y os preguntaréis, como el común de los españoles, cómo se ha llegado a esta situación tan lamentable, en la que personas de un mismo país nos vemos enfrentadas por la integridad nacional. Pues es muy sencillo, o complejo, según se quiera ver.
El germen de todo el aparato independentista es, a mi modo de ver, el sistema educativo. En Cataluña, como en el resto de comunidades, las competencias en Educación pertenecen al gobierno autonómico, y es aquí donde esta el problema. Desde pequeños, a los niños catalanes se les intenta hacer ver que Cataluña fue en su día un estado, algo que es totalmente incierto. Además, se les inocula que han sido vejados e infravalorados por el resto de españoles a lo largo de la Historia, y que es ahora cuando todo esto tiene que terminar.
Alguien con dos dedos de frente vería que todo esto es una burda mentira. Cataluña recibió gran parte del tejido industrial español a lo largo de los siglos XIX y XX gracias a las gestiones del gobierno central, lo que le permitió convertirse en una tierra de oportunidades, el paraíso del español que no encontraba un futuro mejor en su propio hogar. Gracias a ello, hoy son uno de los motores económicos de España.
Esto es lo que los independentistas no quieren ver ni dejar ver. He podido comprobar en primera persona como los jóvenes catalanes creen que el resto de España les odia, creen que la  "catalanofobia" es real, cuando lo que realmente demuestran los hechos es lo contrario. Estamos viendo cómo se destrozan vehículos de la Guardia Civil, cómo se hostiga a los que abogan por permanecer en España, cómo se oprime a los propios parlamentarios que no creen en la independencia...
Esta situación, creada para tapar los más de 300 casos de corrupción que hay en estos momentos en los juzgados catalanes, ha triunfado gracias al radicalismo. El pueblo catalán ,trabajador como el que más, no se merece llevar una venda en sus ojos que no le permita apreciar cómo sus dirigentes se llenan los bolsillos. El pueblo catalán se merece un futuro esperanzador como parte del Estado español, libre de corruptelas que estancan su progresión. El pueblo catalán, en definitiva, se merece poder contemplar con sus propias ojos cómo España siempre tiene una mano tendida, y no un hacha de guerra en ristre, como por desgracia les hacen pensar.
Me duele Cataluña, me duelen los catalanes, me duelen los radicalismos, pero sobre todo me duele que quien merece ver, no pueda ver.

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