Si estáis al tanto de las últimas noticias en relación con el juicio del "Procés" seguro que habréis podido leer que ya se conoce el contenido de la sentencia, en la cuál se descarta que los acusados cometieran el delito de rebelión, y por la que los políticos presos, que no al revés, van a recibir la pena correspondiente al delito de sedición, bastante inferior en años de prisión respecto a la petición de la Fiscalía. Apartándonos de la valoración jurídica de los hechos acontecidos en Cataluña aquel famoso 1 de octubre, hoy me gustaría fijar el foco de los acontecimientos en algo que está pasando desapercibido para la mayoría de los ciudadanos de a pie, pero que yo como jurista no puedo dejar pasar. ¿Cómo puede conocerse el contenido del fallo de la sentencia si la misma aún no se ha dado a conocer?
Estamos hablando de una situación muy grave dentro de un Estado de Derecho como el nuestro, en el que se da la separación de los tres grandes poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. O eso es lo que nos intentan hacer pensar, pues en esta terna entra en juego el conocido como cuarto poder, que no es otro que la prensa. En el caso que nos atañe, el periodismo ha roto los esquemas, ha dado al traste con los principios rectores del sistema judicial, aquellos que entre otros señalan que el procedimiento judicial es secreto. La filtración de la información debe provenir del propio Tribunal Supremo, cuyos componentes han alcanzado la cumbre del sistema judicial, y cuyo prestigio y profesionalidad son intachables, o así debería ser. Es inconcebible que un magistrado filtre el contenido de una de las sentencias más relevantes de los últimos años en nuestro país, con las consecuencias que ello podría traer. No puedo llegar a comprender los motivos que mueven a un profesional que traiciona de esta manera a sus compañeros de profesión, que únicamente por méritos propios han llegado hasta donde han llegado. Posiblemente, don Dinero esté detrás de todo ello, como suele suceder en estos casos, pues si hacemos un poco de memoria, es habitual que ante procesos en los que se decreta secreto de sumario, se conozcan todos los entresijos sin la más mínima dificultad.
Fachada principal del Tribunal Supremo (Javi Martínez)
Dejando aparte la inexistente profesionalidad del filtrador, podemos encontrarnos a mayores con un problema jurídico, pues es obvio que los acusados van a optar por recurrir el fallo de la sentencia, sea cual sea, ante el TEDH de Estrasburgo, la más alta instancia judicial a nivel comunitario. En numerosas ocasiones este tribunal ha emitido sentencias cuanto menos sorprendentes, por lo que no sería una sorpresa que a raíz de la filtración, los abogados de los políticos independentistas encontraran una brecha para alegar irregularidades en el proceso que ha enviado a sus clientes a prisión. Qué orgulloso me sentiría yo de aquellos que por tener la exclusiva se cargaron el minucioso y cuidado trabajo de los Magistrados del Supremo, con mi admirado Marchena a la cabeza (un día os tengo que hablar de este hombre, me parece un superhéroe del siglo XXI).
Juicio del procés (EFE)
En resumidas cuentas, hago un llamamiento a futuros periodistas para que utilicen fuentes lícitas y honradas para conseguir sus tan ansiadas exclusivas. A los juristas, que no desacrediten la profesionalidad del gremio por cuatro pesetas, además de poner en jaque la dignidad de quienes esperan una sentencia en la que se juegan pasar unos cuantos años entre rejas. Al resto de lectores, solo os pido que no consumáis información basura, sino de calidad, para que los profesionales que de verdad valen vean recompensado su trabajo, y aquellos que carecen de escrúpulos se hundan en el fango de sus mentiras y falta de decencia.
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