Hoy en día, es muy común oír hablar de los políticos como un colectivo que vive al margen de la sociedad, ajeno a los conflictos y problemas que sufrimos el resto de la población. Hay gente que piensa que son seres sin escrúpulos, que viven en chalets, palacetes o áticos en el centro de las ciudades, disfrutando de sus ilimitados patrimonios y jugando al golf en clubes de campo los domingos por la mañana. Párate y reflexiona, ¿de verdad piensas, querido lector, que esto es así?
Lo fácil es decir que sí, que esas personas que elegimos con nuestros votos, el día después de las elecciones, se olvidan de sus propuestas y se dedican a "trincar". Por desgracia, existen ejemplos que demuestran que esto sucede, ¿pero de verdad es siempre así? ¿No quedan políticos honestos, dedicados a su pueblo, que luchen por los intereses que nos conciernen a todos?
La respuesta, obviamente, es un sí, y en este caso rotundo. Pienso, para justificar mi respuesta, en ese alcalde de un pequeño pueblo de menos de 100 habitantes (que cada uno piense en el primero que se le venga en mente) que, al margen de su empleo, sea cual sea, decide montar un pequeño equipo de gobierno y, tras salir elegido, en la mayoría de ocasiones sin cobrar un solo duro, pone a disposición de su localidad horas y horas de trabajo, con el objetivo de conseguir pequeñas mejoras que aumenten la calidad de vida de sus vecinos, o para intentar que durante el verano, la gente que decide pasar unos meses allí, lo haga a gusto. Esto, claramente, es política a pequeña escala, pero no por ello es menos importante.
Pensemos ahora en un presidente de una comunidad autónoma, o en un ministro, o en un diputado. Empecemos diciendo que son personas, y como tal, hemos de suponer que tienen problemas particulares, como todos nosotros. Además, cuentan con la carga de soportar a los "cuñados",esa gente que pasa horas criticando en Facebook todas y cada una de sus actuaciones, sin tener en muchos casos ni idea de lo que hablan. Me imagino que tiene que ser duro para sus familiares (¡oh sorpresa, los políticos también tienen seres queridos!) leer cómo les ponen a caldo, cómo reciben todo tipo de amenazas, e incluso cómo se alegran cuando salen a la luz sus desdichas personales.
Las personas que sistemáticamente vierten críticas hacia la clase política, sin ni siquiera molestarse en entender por qué llevan a cabo distintas actuaciones, en ningún momento se paran a pensar en quiénes son los políticos, simplemente se dejan guiar por las siglas que ven en el encabezado de sus programas. Esto es fruto del hartazgo, como no podía ser de otra manera, debido a los cientos de casos de corrupción que afloran a lo largo y ancho del territorio nacional. Pero, párate a pensar, ¿realmente hemos de juzgar a los políticos honestos por las acciones de los que no hacen las cosas bien?
Yo, claramente, pienso que no. No podemos llamar mal alumno a quien cumple con sus tareas y saca excelentes calificaciones, aunque sus compañeros sean unos vagos y suspendan todas las asignaturas. No podemos criticar al camionero que hace el reparto en el tiempo adecuado, basándonos en el retraso de otro que decidió quedarse jugando la partida en un bar de carretera y que echó a perder cientos de pedidos.
Es por ello por lo que quiero romper una lanza a favor de los políticos honestos y entregados, porque existen, y hemos de reconocer su trabajo y sacrificio. Es humano equivocarse, y ya que ninguno de nosotros realizamos siempre bien nuestros correspondientes trabajos, demos a los profesionales de la política un respiro para que puedan trabajar a gusto, porque en definitiva va a tener una repercusión positiva para toda la sociedad.
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