jueves, 22 de octubre de 2020

UNA NUEVA ESPERANZA

Después de un tiempo sin escribir, al menos públicamente, los últimos acontecimientos acaecidos en el Congreso de los Diputados han logrado que vuelva a asomarme a este blog, a esa página en blanco que a tantos aterra y atenaza, pero a que a mí me permite desinhibirme a gusto y sacar mis más profundos pensamientos de mi cabeza, como si un pensadero se tratase (es una referencia a mi saga de películas favorita, no espero que todas la entendáis). A pesar de lo que os pueda sugerir el título del post, no vengo a hablar de Star Wars, y tampoco vengo a traer solo alegrías, como cabría esperar en estos tiempos que corren.

Tiempos de pandemia, al fin y al cabo, que nublan hasta el más claro horizonte. Esta semana de lluvia intermitente pero perenne ha sido un fiel reflejo de la situación política, y también sanitaria, que atraviese nuestro querido país. Y precisamente escudándose en el cariño que sentimos por nuestra nación, cierto partido político ha decidido plantear una moción de censura al Ejecutivo. Lejos queda ya el espíritu original de esta figura, reservado a las más extremas situaciones, pero eso es tema aparte, y prefiero centrarme en todo lo que ha rodeado a las sesiones parlamentarias acontecidas estos días. Hay quien ha considerado oportuno asestar un garrotazo al ya desnortado Gobierno a fin de dar el último paso en la escalera hasta la cima, que es el poder. Solo observo un problema: para dar un garrotazo que noquee al rival, has de proveerte de un buen arma, y quien la sujetaba como espada de Damocles sobre el titubeante émulo, se ha encontrado entre sus manos con un irrisorio globo de plástico hinchado, que no alcanza ni a hacer cosquillas. 


                    
                                Representación de La Espada de Damocles, de Richard Westall

A todo ello hemos de añadir una imagen que defina el heterogéneo y burlesco grupo que se encuentra a la riendas del desbocado caballo que es España, un equino que suelta espuma por la boca, azuzado por el vil látigo de quienes escudan sus políticas en el rupturismo, la mediocridad (mi recuerdo para la señora Celaá) y el populismo.

Entre todo este oscurantismo, propio de las etapas más oscuras vividas sobre estas tierras, hemos podido encontrar un rayo de luz, después de días de tormenta. Somos pocos los idealistas que creemos en los Gobiernos de Estado, pero hoy hemos podido observar un atisbo de lo que supondría un pacto entre los íntimos enemigos que hasta hace pocos años poblaban prácticamente la totalidad de la Cámara Baja a sus anchas. Me he permitido el lujo de imaginarme tal escenario, iluso de mí, con una necesaria e inevitable bisagra que permitiera el encaje entre políticas a priori tan alejadas, pero que en esencia gozan de un programa con muchos puntos en común. Son los radicalismos, encarnados en dos partidos de relativamente reciente creación, los que empujan a los clásicos a llevar a la práctica políticas que en otras circunstancias jamás veríamos realizar. Si el electorado viera una renuncia a tales acciones en pos de un beneficio común, podríamos gozar de un Ejecutivo que no tuviera que rasgarse las vestiduras cada semana, cediendo al chantaje de quienes hasta hace diez años empuñaban armas y asesinaban a sangre fría, o de quienes siguen preocupados de revivir y tener presenta la figura de aquel dictador que tanto mal causó a nuestros abuelos en décadas pretéritas. 

Para ello, han de superarse muchos escollos que impiden el acercamiento, al menos de cara a la galería (a saber lo que se cuece en los pasillos de las instituciones). Debemos de contar con políticos a la altura de las circunstancias, y olvidarnos de los ministros que se reúnen con mandatarios de dictaduras sudamericanas en las salas privadas de los aeropuertos, de los que fuman arrejuntados en la puerta del Congreso, sin mascarilla y entre risas, mientras los hosteleros agonizan enterrados por las deudas y las limitaciones. También hemos de relegar a aquellos que anteponen sus ansias de aniquilar la división de poderes, y que intentan camuflar un acercamiento a quienes hoy se han apartado de la extrema derecha, cuando realmente ha sido Europa quien ha condicionado sus jugosas subvenciones a cambio de que el ala comunista de nuestro mando político olvidase sus vacuas ambiciones, propias de siglos rancios e ideas desdeñadas.


                      Varios ministros y diputados fuman a la puerta del Congreso en plena pandemia.

                                                  Fuente: zamora24horas.com


Yo creo, iluso de mí, en los políticos abiertos al cambio, en los que no se dejan guiar por las ataduras del pasado, en los que no se sujetan por la ridícula disciplina de voto, en los que no propugnan siglas, sino ideales propios. Claro, que eso supondría dar al traste con años de amiguismo y de carcamales agarrados a la poltrona por decreto, con el hermetismo que envuelve a la mal llamada "clase política" (como ya manifesté en otro post de este mismo blog). ¿Quién está dispuesto a renunciar a todo ello, a cambio del beneficio de la colectividad? Prefiero no responder a mi propia pregunta, para no hundir definitivamente en el fondo del abismo mis crédulos principios. Ojalá que nuestros ojos vean con claridad aquellos que nuestros predecesores avizoraron en el 78, después de decenios de enfrentamientos, para poder crear por fin una tierra de oportunidades que no distinga entre rojos y azules, sino entre aquellos que pusieron la primera piedra en el camino, y los que ponían palos en las ruedas, con la esperanza de que estos últimos queden olvidados en la oscuridad del triste pasado que es nuestro presente. 

lunes, 30 de marzo de 2020

LA VIDA EN CUARENTENA

Una vez que se han cumplido dos semanas de confinamiento, he creído oportuno ponerme delante de la pantalla para analizar cómo ha transcurrido el tiempo durante estos últimos días. Se trata de una situación que es nueva para todos... o para casi todos: en el año 2010 se decretó por primera vez desde que entró en vigor la actual Constitución (1978) el estado de alarma, debido a la huelga de controladores que paralizó el tráfico aéreo en nuestro país. Aquella situación fue muy diferente a la actual, puesto que la intervención del Gobierno movilizando al Ejército hizo posible una rápida resolución del conflicto. La coyuntura actual es completamente diferente: nos enfrentamos a un enemigo que ha puesto en jaque a todo un planeta, algo que parecía solo al alcance de guerras mundiales o enfrentamientos bélicos similares. Y lo más chocante es que lo ha conseguido siendo invisible a nuestros ojos, y es precisamente ahí donde radica su mayor peligro. El ser humano tiende a despreciar lo que no puede asustarle cara a cara, y como hemos podido comprobar, los Ejecutivos de numerosos países (por no decir casi todos) no han tomado cartas en el asunto hasta que el famoso bicho ha comenzado a colapsar hospitales y morgues por doquier.


Tareas de desinfección por parte de los vecinos en Villerías de Campos (Palencia)

El aislamiento social es la medida más efectiva en la dura pugna que se está desarrollando contra la pandemia, pues de esta manera se neutraliza el arma principal con el que cuenta nuestro contendiente, que no es otro que el contagio masivo a través del contacto cercano entre personas. En los países latinos la situación es especialmente peligrosa, pues tendemos a pelearnos por las sillas de las terrazas en cuanto vemos asomar el más mínimo rayo de sol (la cultura mediterránea es en estos casos un arma de doble filo, para nuestra propia desgracia). Para muchos culos inquietos, el hecho de permanecer encerrados en casa durante quince días consecutivos (o treinta, o cuarenta y cinco, o quién sabe cuántos) es una tortura sin parangón, comparable incluso con la vida en prisión, como manifiestan ciertos ignorantes en sus redes sociales. Analizándolo fríamente, lo mejor visto lo visto es hacer de las cuatro paredes que nos rodean un ambiente propicio para el trabajo, el ocio y la convivencia.

                                          Marta Moras/ El Norte de Castilla (Palencia)


Cuando todo esto comenzó, todos pensamos en ponernos manos a la obra con aquellas chapuzas pendientes que teníamos en nuestros hogares, en pasar jugando a la Play las horas que no le podemos echar durante el curso, en acabar aquel libro que llevabas ojeando medio año... Lo cierto es que la cuarentena, en mi caso, me ha servido para ponerme al día con muchos proyectos que tenía pendientes, incluso para embarcarme en otros nuevos. En colaboración con los vecinos, hemos conseguido organizar un bingo diario, lo cuál es sumamente gratificante, porque durante media hora al día conseguimos que jóvenes y mayores olviden sus penas y solo piensen en divertirse, algo que es impagable hoy en día. Durante el fin de semana incluso organizamos un vermut torero (cada uno desde su balcón, por supuesto), en el que disfrutamos durante un rato de música y brindis al sol. Sin ir más lejos, ayer mismo un entrañable anciano se animó a recitarnos un emotivo discurso en honor a sanitarios, Policía y demás trabajadores que siguen dando el callo y que se juegan su salud, en incluso su vida, para que a nosotros no nos falte de nada, ni comida ni atención médica. 


 Cadena SER/Agencia ICAL

En las jornadas en las que ver la televisión es un infierno en el que solo se suceden las malas noticias, yo personalmente he encontrado un oasis de tranquilidad entre mis vecinos, a los que últimamente estoy conociendo con más detenimiento (o conociéndoles directamente, en algunos casos). Es reconfortante ver asomadas al balcón a personas tan diferentes que consiguen hacer frente a un enemigo común, un enemigo que pretende arrebatarnos nuestra cultura de calle y la sabiduría que albergan las mentes de nuestros mayores. Es imponente también ver cómo miles de personas siguen trabajando día a día sin descanso, levantando barreras que impiden que el adversario se cuele en nuestras casas. Por ello, desde aquí solo me queda nuevamente dar las gracias a todos los profesionales que se emplean a fondo en salvar vidas, en desinfectar nuestras calles, en proveernos de comida y demás servicios... También, por último, quiero dar las gracias a la gente que desde sus balcones pone música, organiza bingos, juega a hundir la flota con el vecino de enfrente, comparte sesiones deportivas... Vosotros también sois héroes a pequeña escala, y cuando todo esto pase y echemos la vista atrás, sin duda recordaremos que todos estuvisteis a la altura cuando realmente había que estarlo.

                                                        Hospital Río Carrión (Palencia)


                                                          #YOMEQUEDOENCASA 

PD: no quiero tampoco olvidarme de mandar ánimos a la gente de los demás países que también están sufriendo el azote de esta crisis, especialmente de países hermanos como Italia, Portugal y toda Latinoámerica.


jueves, 12 de marzo de 2020

YO ME QUEDO EN CASA

Coronavirus. Una vez saltado el trámite de citar la palabra que a todos nos pasa por la cabeza durante veinticuatro horas al día, me dispongo a redactar una serie de líneas con el fin de analizar fríamente los acontecimientos que se nos vienen encima, y la manera de afrontarlos. Vaya por delante que soy un absoluto desconocedor de la rama sanitaria, para mi desgracia, ya que aunque siempre me ha resultado una materia sumamente atractiva, por circunstancias de la vida nunca he podido profundizar en este saber tanto como me gustaría. Por ello, desde un primer momento quiero mostrar mi profundo respeto y admiración hacia el trabajo de médicos, enfermeros, auxiliares y demás profesionales dedicados al cuidado de los demás, y no solo en estos días de infinito trasiego, sino durante todo el año, soportando guardias y consultas interminables que acaban convirtiéndose en maratones. Por todo lo dicho y mucho más, mi más sincero agradecimiento.



Entrando de lleno en el tema que nos trae hasta aquí, me parece innecesario hacer referencia al origen de la enfermedad, puesto que es algo que casi todos ya hemos oído demasiadas veces sin llegar en realidad a ninguna conclusión definitiva (¿sopa de murciélago, estofado de pangolín...?). Lo que sí que tenemos que tomar como referencia es el caso de nuestros vecinos italianos. Por desgracia para ellos, el virus se expandió a lo largo y ancho del país sin ningún tipo de control aparente, llegando a fecha de hoy hasta los quince mil infectados, y superando la barrera psicológica de los mil fallecidos. Quienes allí se encuentran hablan de un caos total en los primeros compases de desarrollo de la infección, lo cual ha supuesto que en la actualidad los profesionales sanitarios se vean obligados a seleccionar a qué pacientes tratar, llegando hasta el punto de descartar el tratamiento a quienes se encuentran en estado terminal. Algo así tiene que ser devastador para una persona cuyo cometido es salvar vidas, pero la falta de medios hace que sea necesario llegar a estos extremos. Me llamaron la atención sobre todos los demás dos casos absolutamente descorazonadores: por un lado, un actor italiano encerrado en cuarentena tuvo que ver morir a su hermana en su propia cama, ante el colapso del sistema sanitario. Fue tal su desesperación que decidió grabar tan impactante escena, con el fin de denunciar y sensibilizar a quienes fueran espectadores de tan dantesco escenario. Por otro lado, una pareja de ancianos murió el mismo día en su hogar, también como fruto del desborde médico imperante en el país transalpino.

                                                     
                                                        REUTERS/Flavio Lo Scalzo

He querido reflejar aquí estos casos porque por desgracia veo, y las cifras de infectados respaldan mi premonición, que en nuestro país se va a llegar a tales extremos si no nos tomamos los consejos que emiten las autoridades en serio. Mucha gente ha optado por regresar a sus ciudades de origen tras la suspensión de las clases en colegios y universidades, o ante la opción de poder teletrabajar desde casa. Esta situación puede ocasionar un exponencial aumento de casos en los pequeños municipios receptores que van a acoger a estos "exiliados", con el peligro que ello supone, y más teniendo en cuenta que la población de dichas localidades tiende a ser severamente envejecida (los ancianos son uno de los grandes grupos de riesgo, junto con las personas que padecen patologías en el aparato respiratorio). En ciertos casos, es inevitable que se dé este éxodo, por estar muchos estudiantes alojados en residencias que cierran sus puertas durante estas fechas. Es aquí donde vamos a encontrarnos con la parte más crucial para frenar la epidemia: el aislamiento.

El aislamiento social se va a convertir en la clave para frenar los contagios, puesto que se pone fin a la principal vía de propagación de la enfermedad, que no es otra que el contacto próximo entre humanos. Si se consigue reducir al mínimo exponente las relaciones interpersonales durante el tiempo recomendado, habremos dado un gran paso para contrarrestar uno de los puntos fuertes del virus, y evitaremos con ello que se tengan que tomar medidas aún más extremas, como señalan precisamente desde Italia, donde las restricciones son aún más estrictas. Por ello, es necesario que renunciemos durante unos días a salir de fiesta, a sentarnos en terrazas, a dar paseos... Quizás con el paso de los días se haga pesado, pero se lo debemos a todos aquellos que se están dejando la piel en este mismo instante en cada estancia de nuestros ya de por sí saturados hospitales y ambulatorios, y se lo debemos también a nuestros mayores, expuestos a esta enfermedad inevitablemente como fruto únicamente del paso del tiempo y la consecuente debilidad de sus sistemas inmunitarios.

                                    
                                    Medidas recomendadas en hostelería para combatir el virus

Por favor, cumplid con las medidas que se están tomando desde las altas esferas políticas. Si hasta ellos han podido renunciar por unos días al continuo conflicto que mantienen por nimiedades ideológicas, ¿no vamos a ser nosotros capaces de estar también a la altura como país y como sociedad para afrontar un reto de estas dimensiones?

                           #YOMEQUEDOENCASA